Cuando hablamos del éxito de las empresas de nueva apertura siempre nos llama la atención su know how, su método revolucionario para trabajar, el buen clima que crean entre sus empleados y lo rápido que llegan, en muchos casos, a crecer y expandirse muchas empresas.
Sin prestarle menos atención de la que debiese a los números, que por supuesto, son de vital importancia en cualquier plan de gestión empresarial, en Serendipia Turismo apostamos por aplicar otras variables que definen, sin dudarlo, el éxito y buenaventura de las empresas y que radican en tres pilares: creer en la idea de negocio, la importancia del liderazgo y una buena gestión del equipo de trabajo.
A través de estas tres vías se desarrollan tres puntos importantes mediante los que acercarnos al éxito, sin descuidar el plan viable.
La idea de negocio suele ser el alma, los sueños y aspiraciones de todo emprendedor y donde se invierten numerosas horas de sueño, de cafés y conversaciones, de rompeduras de cabeza… Y es siempre muy importante ser fieles a la idea con la que hemos constituido una empresa. No se debe forzar un método de trabajo que no funciona acorde a la línea de negocio que hemos emprendido, a la imagen que se ha ido desarrollando durante la gestación y puesta en marcha de la iniciativa. En estos casos el público acaba por percibir que no existe un grado de coherencia pleno entre lo que se busca transmitir y lo que realmente se ejecuta.
Por otro lado, la importancia del liderazgo es vital. Y sí, hablamos de líderes y no de jefes porque creemos que se debe guiar y acompañar al equipo y no crear una imagen de autoridad sobre el mismo.
El jefe, en todo momento, será la persona que distribuye las tareas y ordena, y se queda supervisando si sus órdenes están siendo seguidas a rajatabla. El líder estimula, aporta ejemplo, trabaja codo con codo con sus colaboradores, es coherente con lo que piensa, con lo que dice y con lo que hace.
El jefe hace que las tareas sean una obligación, pero el líder sabe buscar la motivación en cada nuevo proyecto; el líder, sin embargo, transmite ganas de vivir y de progresar. El jefe siente la necesidad de imponer su criterio, usando largos argumentos; el líder convence y ejemplifica.
¿Y una vez tenemos un líder? Construimos un equipo. El equipo, en la medida de las posibilidades y apuestas que busque cada organización, pero con una base y sentimiento claro: la unidad hace posible el éxito. No creemos en los organigramas cerrados donde cada persona ejecuta una tarea única y exclusivamente, creemos en el valor que tienen las personas para aportar en cada momento, en las cualidades propias de cada individuo para hacer determinadas tareas logrando la excelencia y, sobre todo, buscamos un sentimiento de buenrollismo allá donde vamos. Ser profesional no implica trabajar en un clima de tensión. Ser profesional es hacer tu trabajo lo mejor posible y, si además puedes vivir una empresa como si fuese tuya y disfrutar trabajando, entonces, estarás a un solo escalón de alcanzar el éxito.